En el Día Internacional del Duelo Perinatal y Gestacional.
Queridos hijos míos, hoy os quiero escribir una carta.
Hoy quiero dedicaros un pequeño homenaje, porque hubo un tiempo en que durante semanas formasteis parte de mi.
Durante semanas os gesté en mi vientre y os alimenté de amor.
No se porque, algo detenía el maravilloso camino hacia vuestro nacimiento.
(Imagen Alena Kalchanka Art)
Tras la frase lapidaria de “no hay latido” empezaba mi caída a los infiernos. En esos infiernos debía aceptar que ya creceríais dentro de mi, que no nos conoceríamos el día del parto, que no os tendría encima de mi piel con piel, que no olería vuestra piel dulce, que no habría besos ni abrazos. No habría nada.
Donde antes había felicidad, ilusión, expectación, emoción, ahora en esos infiernos sólo quedaba un vacío inmenso, una tristeza horrible, un dolor profundo, mil preguntas en mi cabeza, rabia, y mil sentimientos más provocados por saber que dentro de mi vientre ya no estabais.
Una, dos, tres y hasta cuatro veces me ha tocado despedirme antes de tiempo. Tener que sobrellevar ese dolor tan incomprendido, sonreír y tirar “pa lante”.
Hasta cuatro veces me tocó tocarme la barriga y saber que allí dentro ya no quedaba nada, tan solo dolor y lágrimas.
Decidí tatuarme cuatro estrellas, rodeadas de unas preciosas flores del almendro que recorren mi cuerpo del tobillo al hombro. Y allí en medio estáis vosotros. Acompañándome siempre. Formando parte de mi vida.
Porque aunque la vida sigue, vosotros, mis hijos que no llegasteis a nacer, formáis parte de mi vida, de mi historia.
Vosotros os fuisteis para dar paso a vuestras dos hermanas, mis dos hijas, mis dos arco iris. Ellas han sido bálsamo para mis heridas. Ellas han ocupado su puesto especial en mi vida, no llenando los vacíos que me dejasteis, sino junto a vosotros.
Cuando pienso en vosotros aún duele. Hay algo ahí en mi corazón que me pincha, me escuece. No lo voy a negar. Pero he querido y he tenido que dejar atrás el dolor, para poder seguir avanzando en mi vida.
Si pienso en aquellos momentos me pregunto como pude soportarlo. De dónde saqué la fuerza para seguir adelante. Supongo que simplemente sobrevivía y eso era tremendamente injusto, tanto para mi como para mi familia, que sufrían mi dolor, mi aislamiento y mi obsesión, en silencio.
Estaban siempre presentes aunque yo en muchas ocasiones me hacía la ciega y la sorda para poder sumergirme en mi dolor y olvidarme del mundo, y así poder vivir mi duelo.
Aquello pasó y aunque como he dicho aún duele a veces, la vida sigue, y está llena de momentos maravillosos junto a la gente que quiero, y vale la pena vivirla.
Hoy que es el Día Internacional del Duelo Perinatal y Gestacional he querido tener un recuerdo para vosotros, mis cuatro luces que brillareis siempre en el cielo.
Y que siempre os llevaré en mi corazón.