top of page
Buscar

CUANDO SER MADRE SE CONVIERTE EN UNA ODISEA

Foto del escritor: mamatribudoulamamatribudoula

En mi blog escribí este post explicando mi lucha por ser madre. Gracias a que se publicó mi historia en http://www.malasmadres.com, la he podido recuperar.

Para mí, llegar a ser madre ha sido una carrera de fondo. Ser madre es algo que deseaba muchísimo, lo que no imaginaba es que el camino que tendría que recorrer sería largo y duro. Pero os aseguro que he luchado como una leona para conseguirlo y no me arrepentiré nunca, lograrlo fue mi mayor regalo.

Llega un momento en tu vida de pareja en que te planteas tener un hijo. Es algo que nos apetecía mucho a los dos. Así que nos ponemos manos a la obra. Fui a ver a mi doctora, empecé a tomar acido fólico y dejé las anticonceptivas. ¡Y a buscar!

Pues no es tan fácil como yo me creía…. Cada mes, cuando se acercaba la fecha de regla rezaba para que no viniera. Pero la jodida allí estaba, puntual como un reloj británico. Eso conllevaba mis lloros y mis comidas de cabeza.

Eternas preguntas

¿Porque no me quedo?

¿Y si no puedo tener hijos?

¿Porque esa si y yo no?…

Supongo que son preguntas que a muchas se nos han pasado por la cabeza en momentos de búsqueda. Finalmente, casi nueves meses después de empezar a buscar, me quedo embarazada. Os podéis imaginar mi alegría. Pero algo no iba bien, tenia dolores bastante fuertes y una mañana empecé a sangrar. Me fui a urgencias y tras mirarme vieron que no avanzaba, lo había perdido. No puedo explicar exactamente como me sentí en ese momento, era una mezcla de rabia, dolor y frustración. Lo que no sabia yo era que eso no hacía más que empezar.

Nacimiento de mi hija mayor

Tras la cuarentena nos dicen que adelante otra vez. Nos vamos de vacaciones, nos lo pasamos en grande, y ya en el pueblo, donde íbamos a pasar unos días de relax, me doy cuenta que tras la perdida no me ha bajado la regla. Decido hacerme un test, positivo.

Ese embarazo llegó a termino. Fue un buen embarazo, sin complicaciones, sin encontrarme demasiado mal, en general todo fue muy bien. Me puse de parto a las 38,5 semanas y tras un parto estupendo y rápido nació mi hija mayor. Pasa el tiempo y decidimos tener otro hijo.

Empieza mi cruel batalla

Cada vez que me quedo embarazada, lo pierdo. Tres veces después de nacer mi hija tuve que pasar por ello, en total cuatro. Sentirte feliz, porque estas llevando acabo tu sueño de ser mamá otra vez, y que de golpe, sobre la semana 8-10 te digan: se ha parado…

En esos momentos siento que me falta el aire, y un dolor inmenso me atraviesa por dentro. Y por mucho que lloro no logro sacar mi dolor y mi frustración. Sólo hago que preguntarme: ¿por qué?.

La mujer que ha tenido la dicha de no pasar por ello, no sabe lo que se siente en esos momentos. La pena por la pérdida de “algo” tuyo tan deseado, la rabia por no haber podido hacer nada… Son momentos difíciles de llevar. Mi gran suerte ha sido mi pareja que me ha cogido de la mano en todos estos momentos, me ha secado las lágrimas, me ha abrazado en silencio cuando sabia que ninguna palabra mitigaría mi dolor.

He de decir que siempre he sido atendida en la seguridad social, y me han tratado de maravilla. Una doctora me animo a hacernos pruebas, para ver porque pasaba. Yo, agotada psicológicamente después de tanto batallar, no sabia que hacer. Pero me dije: has llegado hasta aquí, no tires la toalla ahora. Así que accedí. Y después de varias pruebas nos dan los resultados: estamos perfectos los dos. No saben el porque de mis perdidas, ya que ya he sido madre una vez. Hay una teoría que la ginecóloga me insinuó, con cierta precaución, y que nosotros ya habíamos pensado en ella antes, y es que podría ser que sean niños, y mi cuerpo, por algún motivo, los expulsa.

Volver a intentarlo

Después de las pruebas, las palabras de mi ginecóloga fueron: ¿te atreves a volver a intentarlo? Decisión difícil, muy difícil… estaba muerta de miedo de que me volviera a pasar. Pero claro, después de todo el camino recorrido, cómo me plantaba allí. Pues no, no iba a plantarme.

Así que volvemos a la carga otra vez. Y vuelvo a quedarme embarazada. Desde el primer día me llevaron el embarazo en el hospital como de riesgo. Pinchándome heparina cada noche y tomando progesterona cada día. Levantándome todas las mañanas con naúseas, el malestar más bonito del mundo. Lo viví con muchos nervios, cada semana que pasaba era un alivio. Mi cabeza necesitaba que pasaran las semanas 8, la 10…. Significaba que todo iba bien.

Mi ginecóloga me dijo: hay que ser siempre prudente, pero esto pinta muy bien. No sabéis lo feliz que me hicieron esas palabras. Pero yo necesitaba más. Quería que todo avanzara rápidamente. Por las noches en la cama, sola a oscuras, meditaba, me comunicaba con mi bebe y le aseguraba que nada malo le iba a pasar. Lo visualizaba cogiéndolo en mis brazos y protegiéndolo ante todo. Me sentía bien así.

Tuve un par de sustos, fruto de mi obsesión de que todo tenia que ir bien, me daba la sensación que se me rompía la bolsa. Y una noche, en que estaba sola con mi hija, hice correr a mis suegros para llevarme a urgencias. Todo estaba bien, por supuesto.

También se me disparo el azúcar, tuve que pincharme insulina los últimos meses de embarazo, pero no importaba, porque mi bebe crecía sana y fuerte. Si, era otra niña, algo que corroboraba nuestra teoría de que no puedo hacer niños.

Fue un embarazo duro para mi, psicológicamente agotador. Me parecía que tenia que ir sorteando piedras del camino, pero las sortee todas y cada una de ellas con fuerza y valentía, y con la inestimable ayuda de mi genial compañero de vida.

Vino una última traba. Mi padre fallecía estando yo de seis meses y medio. Eso me provocó ansiedad y contracciones. La comadrona me dijo que por mi padre ya no podía hacer nada, así que debía concentrarme en mi niña.

Así que eso es lo que me tocó, tragarme mi dolor y cuidarme al máximo para que mi hija no naciera antes de tiempo. Me comunique mucho con ella, le hablé de mi dolor, pero también de mi inmensa felicidad ante su llegada a nuestras vidas. Debido a mi diabetes gestacional decidieron adelantarme el parto y me lo provocaron a las 37,5 semanas. Lo recuerdo como un parto duro y difícil aunque reconozco que no extremadamente largo. Pero no quiero quedarme con eso.

Por fin, mi segunda hija

Me quedo con el momento en que mi hija pequeña vio la luz. Ese momento mágico en que nace y la ponen desnuda sobre mi pecho. Ese momento en que siento su cuerpecito contra el mío, y lloro, lloro mucho, de emoción, de felicidad. Lloro por mi padre que no llegó a conocerla, lloro por todo el dolor que he tenido que retener para que ella llegara a este mundo en su momento justo. Fue un día maravilloso.

La guinda al pastel fue abrazar a mi hija mayor que, feliz y emocionada me besaba y miraba a su hermanita embelesada. Ha sido una dura batalla. Cada perdida, un luto que superar. Cada nuevo intento, una pizca de valentía para tirarme de cabeza a la piscina. Luchar tanto por ello ha valido la pena.

Conozco mujeres que, como yo, han luchado duramente para conseguir ser madres. Unas por no llegar el embarazo, otras por no cuajar tras varias inseminaciones, otras por motivos iguales o parecidos a los míos, y os aseguro que esta guerra librada nos ha hecho más fuertes.

Hay que tener esperanza, y luchar por lo que uno quiere y desea. Sé que no siempre llega, pero hay que intentarlo con fuerza, con valentía. Vale la pena. Miro a mis hijas y sé que volvería a pasar por todo mil veces con tal de tenerlas en mi vida.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Falsos Mitos de la Lactancia Materna

Hoy, aprovechando que estamos en la SEMANA MUNDIAL DE LA LACTANCIA MATERNA vamos  a desmontar algunos de los falsos mitos que circulan...

Comments


Publicar: Blog2_Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

636675420

  • Instagram
  • Facebook

©2019 by Yolanda Doula. Proudly created with Wix.com

bottom of page