Pues hoy me apunto al carro del gran debate de estas últimas semanas en las redes sociales, sobre si los niños deben hacer deberes en verano, o no. Y como no me cabe todo en un tuit he decidido publicarlo en mi blog.

Pienso, que como todo, en su justa medida es bueno. El verano puede llegar a ser eterno, y los papás solemos tener tan sólo dos o tres semanas de vacaciones. El resto del verano, en nuestro caso, las niñas están en manos de los abuelos.
Mi hija Emma que tiene nueve años tiene unas notas estupendas. Y para nosotros los deberes de verano no son una obligación pesada y aburrida. Al contrario, le planteamos la opción de los deberes como algo que le ayude a mantener una rutina por las mañanas, y si quiere, no hace falta que sea todos los días. Hemos comprado un cuaderno de verano, de los que nos propuso su maestra, el que me pareció más divertido. Este lleva a parte del libro de ejercicios para repasar todo lo aprendido durante el curso, una novela de detectives, juegos, etc Ella misma decide cuando se pone un rato a trabajar. Sin presiones, sin agobios. La idea no es machacarla a deberes, si no que mantenga una rutina de trabajo, y que no se algo aburrido y tedioso.
Bajo mi punto de vista, a los niños que si les cuesta mantener el nivel de trabajo del curso, pienso que los deberes son una buena manera de no perder el compás, y trabajar en lo que más dificultad tienen. Para empezar el curso siguiente con fuerza.
Tienen muchos días de fiesta y hay tiempo para todo, para trabajar un poco, leer, jugar, ir a la piscina, etc. Lo importante es encontrar un equilibro.
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