El año “escolar” se hace realmente largo.
La rutina del día a día, de llevar las niñas al colegio, después irme a trabajar, por la tarde las extraescolares, los deberes, los baños, las cenas. Todo se hace cuesta arriba.
Es cierto que en casa hay corresponsabilidad, por lo que el peso de todo recae sobre los dos de manera equitativa.
La rutina, y todo lo que hacemos en el día a día, nos da satisfacción, claro que si.
Pero cuando llegan estas fechas veraniegas, el peso de todo el año empieza a llevarse mal. Nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan la tan ansiada desconexión.
No importa la cantidad de días, ni hace falta viajar a destinos exóticos. La capacidad de desconexión debe ir con nosotros, en nosotros.
Es igual si te quedas en tu pueblo/ciudad, si vas a la playa, si vas a visitar a la familia al pueblo, o si te vas a hacer una ruta súper exótica por tierras lejanas. La capacidad de desconexión para liberar cuerpo y mente, la capacidad para sentirse satisfecho y feliz, está sólo en nuestras manos.
A día de hoy, miércoles, me quedan tan sólo dos madrugones para coger mis ansiadas vacaciones. Y me siento tremendamente feliz por ello.
Mentalmente voy preparando la maleta, que ropa me voy a llevar, que zapatos, si me llevo algo por si refresca.. me gusta ir organizándolo todo con unos días de antelación.
Pero a parte de todo lo que me llevo en esta maleta, llevo otra, completamente “imaginaria”.
Y que llevo en esta maleta?
En ella me llevo dosis extras de paciencia, algo súper necesario cuando tenemos hijos. Voy cargada hasta los topes de ganas de disfrutar de mi familia, de pasar días enteros juntos, las niñas, él y yo. Me llevo las pilas personales para recargarlas hasta los topes.
Estos días quedarán fuera cosas como las preocupaciones, el estrés, y los malos rollos. Pero también dejaré apartado por unos días el blog. Como hice el verano pasado, si me apetece escribir, que suele pasarme, lo haré en borradores, y ya cuando vuelva a casa veré que hago con ello. Las redes sociales quedarán apartadas en un segundo plano, para tan sólo subir alguna foto que me apetezca a Instagram, y poco más.
Quiero dedicarle tiempo a mis hijas, todo el que no puedo dedicarles cuando ellas van al colegio y nosotros trabajamos. Quiero dedicar tiempo a mi pareja, a este “nosotros” que hemos creado, pasar tiempo juntos, charlar tranquilamente, mirarnos y amarnos sin prisa.
Y por supuesto, estos días también serán para mi. Para recobrar el equilibrio interior, la paz, la serenidad que me roba a veces la rutina diaria. Poder dedicarme tiempo sólo para mi, leer un poco, disfrutar mientras veo a mis hijas jugar, contemplar atardeceres, bañarme en el río, caminar descalza sobre la hierba, tumbarme bajo la alameda y respirar profundamente. Tomarme una copa de rueda bien frío, sin prisa. Degustar la gastronomía de la tierra. Salir a correr por las mañanas, contemplar como el día se va levantando, saludar a los lugareños que me cruzo por la carretera.
En definitiva, me iré cargada de buenos propósitos, deseosa de disfrutar los cuatro a tope.
Es por eso que bajo persiana hasta la vuelta.
Seguiré pendiente de mis grupos de apoyo al duelo gestacional, y de apoyo a la maternidad por si alguna mami me necesita. Pero por lo demás, yo y mis redes sociales entraremos este viernes, en modo VACACIONES.
Sed todos felices, disfrutad de cada día, de cada momento, sonreíd mucho. Y nos vemos a la vuelta.
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