El proceso de destetar a tu hijo suele ser complicado, tanto para la madre como para el niño. Y en los casos en los que no es el bebé quién decide destetarse, aún más.
Quiero contaros como fue mi experiencia con el destete de mis hijas.
Con la mayor inicié el proceso de quitar la teta cuando ella tenía unos nueve o diez meses más o menos. Hicimos el cambio a biberón de forma suave, ayudadas por el chupete, que la consolaba bastante, y dando el biberón acurrucada entre mis brazos para que no se sintiera despegada de mi. Para ella fue poco traumatico, aunque reconozco que a mi me dolió y me hizo sentirme muy mala madre por quitarle algo tan bueno para ella. Pero esa había sido mi decisión y debía apechugar con ella.
Con mi hija pequeña ha sido todo muy diferente.
Con ella hemos alargado la lactancia hasta los dos años.
Un par de meses antes, la niña estaba en plena “crisis de lactancia”, la típica de los dos años, que más que de lactancia, es una crisis de apego. Se pasaba la noche pegada a mi y enganchada a la teta. Pasaba de la una a la otra, y yo no pegaba ojo en toda la noche.
A eso le sumamos que ha sido una niña de despertarse mucho, de demandar mucho por las noches. Me he pasado dos años sin dormir. Y el cuerpo y la mente llegan a decir basta.
Así que sintiéndolo mucho, decidí destetarla. Sentía que había llegado el momento. Sobretodo para mi, era una necesidad. Ya no podía más. La lactancia, algo que defiendo a capa y espada se me empezaba a hacer muy cuesta arriba.
Intenté ofrecerle biberón, pero la niña no quería de ninguna de las maneras. Solo hacía que llorar porque quería teta, así que acababa dándosela. No podía verla llorar así.
Un poco agobiada y desesperada, acudí a un foro de “crianza respetuosa” en busca de ayuda. Y lo único que encontré fueron talibanas de la leche acusándome de egoísta y mala madre por querer destetarla. Nadie entendió mi agotamiento físico y mental.
Probé con varias tácticas, espaciar las tomas, intentar saltarnos alguna, no ofrecer pero no negar, pero con ella nada funcionaba. Y mi paciencia era escasa, lo reconozco.
Así que dejé que pasaran los días. Ya encontraría la manera de hacerlo. Lo que yo no quería era hacer sufrir a mi hija.
Pero a veces las cosas suceden sin planearlas.
Una tarde, al llegar del trabajo, vino la niña corriendo hacia mi. La senté en mi regazo, y le expliqué de la forma más amorosa posible que había llegado el momento de decir adiós a la tetita. Que a partir de ese momento tomaríamos biberón. Pero que nada más cambiaría. Seguiría dandole mil besos y abrazos, seguiríamos durmiendo pegaditas la una contra la otra….
Ella me miró, miró las tetas, y dijo: adiós tetita!! Y me abrazó.
Fue un destete rotundo. A partir de ese momento empezó a tomar biberones.
Al principio le costó mucho aceptarlo. Había noches en que me pedía la teta llorando. Yo la abrazaba y le decía que le habíamos dicho adiós. Y le ofrecía el bibi que acababa aceptando.
Poco a poco lo fue aceptando. Y se tomaba los biberones y se dormía plácidamente acurrucada contra mi.
Eso si, ella siempre busca con la mano mi pecho. Eso le da mucho consuelo.
Y a día de hoy, que va a hacer casi un año del adiós a la teta, sigue durmiéndose agarrada con la mano a mi teta. Es su teta, como ella dice. E incluso tontea y dice que quiere volver a ser un bebé para tomar teta . En esos momentos la abrazo y ella se queda tan a gusto.
El destete puede y suele ser un proceso difícil. Y lo último que necesita una madre es ser juzgada y sentirse incomprendida.
Una madre que decide destetar tiene sus motivos, y sean los que sean, hay que respetarlos. Y ofrecerle herramientas que puedan facilitar este paso.
Si estas pensando en destetar a tu hijo, sea por el motivo que sea, y necesitas ayuda u orientación, contacta conmigo, quizás pueda ayudarte.
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