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  • Foto del escritormamatribudoula

La Quinta Semana

Lunes 13 de abril. Empezamos la quinta semana de confinamiento.

Durante todos estos días pasados, yo he seguido trabajando. Mi empresa trabaja para un Banco y el servicio que prestamos es imprescindible. Así que extremando al máximo las medidas de Seguridad he ido cada día a la Oficina.

En casa dejaba a mi pareja y a nuestras dos hijas.


Al llegar a casa por la tarde, me tomaba un café y después empezaba mi rutina de madre.

Esas horas en las que estaba trabajando las he echado terriblemente de menos, estaba deseando que llegaran las cuatro de la tarde para verlas y pasar tiempo con ellas.

Pero ese tiempo no siempre ha sido fácil, ni por su parte ni por la mía.

Han habido momentos de agobio, de enfadarnos, de que ellas no cumplieran con lo que yo les pedía, de que yo no les respondiera a lo que ellas me demandaban.

Esta situación que nos ha tocado vivir, nos crea a todos en mayor o menor medida, una herida interna, que cada uno capea como quiere y como puede.

A mi, reconozco que me asusta, que me crispa los nervios. Me crea ansiedad, estar en tensión, y tener muchos momentos en que cualquier noticia, imagen, o frase en RRSS me hace llorar.

A esto le junto que mi situación laboral ha cambiado. Un poco antes de que estallara todo el tema del covid19 me ascendieron a responsable de administración, y al entrar en Estado de alarma, los jefes se han refugiado en sus casas y ni aparecen, dejándome al mando de la empresa. Y hay momentos en que esto me crea mucha presión.

Esa presión va pegada a mi. Si le sumamos la ansiedad del momento, hace que yo no esté para muchas tonterías, lo reconozco.

Mis hijas llevan 4 semanas sin salir a la calle. Encerradas entre 4 paredes. La mayor sabe y entiende la situación, además ella hace clases online por la mañana y por la tarde, y sus ratos libres los dedica a leer, ver series y chatear con sus amigas.

Pero la pequeña tiene casi cinco años. Y claro, solo quiere jugar, que estemos por ella, ver dibujos…

Cuando yo llego a casa me avasalla, quiere que le dedique mi tiempo exclusivamente a ella. Y si no lo hago, no lo entiende, y como está más susceptible, llora por todo y se enfada.

Sus enfados, sus salidas de tono, sus gritos, sus exigencias, son todo resultado de esta situación en las que nos ha tocado vivir.

Lo entiendo perfectamente, es difícil para todos.

Se que soy la adulta y que yo debería saber gestionar mejor las emociones y las situaciones, pero reconozco que no siempre lo logro. Después me siento culpable, terriblemente culpable, porque se que ellas están sufriendo también y yo quizás no he sabido responder a sus necesidades.

Y hoy me encuentro con que su padre mañana se reincorpora al trabajo. Que ellas no tienen colegio. Y que obviamente no las voy a dejar solas en casa durante ocho horas.

Este tema me ha revuelto por dentro durante días. Y hoy ha llegado el momento.

La solución en nuestro caso pasa por, de momento esta semana, llevarlas a casa de los abuelos, y que se queden allí hasta el viernes.

Se que no es lo más adecuado, se que es desaconsejable porque nuestros mayores son los más vulnerables. Pero que hacemos con las niñas?

Los abuelos están encantados de tenerlas y se que las cuidaran y mimaran al máximo, se que extremaran las precauciones de seguridad. Pero aún así me encuentro con una mezcla de emociones que me pueden, empezando por la culpabilidad y acabando por el saber lo mucho que las voy a echar de menos.

Y así es como empiezo esta quinta semana

Deseando que todo esto acabe de una vez, que nos despertemos de esta pesadilla, que podamos recuperar nuestras vidas.

Un fuerte abrazo lleno de luz a todas aquellas personas que me leeis.

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