Mi hija pequeña tiene dos años y cuatro meses. Y es una edad maravillosa.
En estos meses hemos visto el cambio que hacen. Dejan de ser bebés y se van convirtiendo en personitas autónomas. Con criterio própio. Con sus gustos, sabiendo lo que quieren.
Es en estos dos últimos meses que se ha soltado con el habla, y de golpe nos hemos encontrado con una niña que se expresa de forma casi perfecta, que te pide lo que quiere y lo que no quiere, que expresa emociones con palabras, y sentimientos.
También deja de depender de nosotros para todo, ya que está aprendiendo mucho y quiere hacerlo todo sola. Ir al baño, enjabonarse en la dutxa, lavarse los dientes, comer, ir sola por la calle sin que le demos la mano y sin carro, por supuesto.
Es realmente una fase maravillosa de grandes avances en los peques, que a mi, particularmente me dejan asombrada. Ya que hace dos días era mi bebe y hoy es una mini personita.
Pero… todo tiene un pero. Y es lo complicada que puede llegar a ser esta etapa.
Aquí nos encontramos, según el niño, claro, con fuertes berrinches. En el momento en que ellos quieren hacer algo, justo en este momento, y ven que no van a poder hacerlo, aparece la explosión. Lloros y cabreos varios. Imposible hacerles entender alguna veces que las cosas no son siempre colo ellos desean, o en el momento en que ellos quieren.
Sin embargo hay casos en los que podemos evitar el berrinche. Analicemos la situación, y valoremosla. Es tan grave como para que no cedamos? Y si les dejamos que se salgan con la suya?
Hay situaciones en que los padres no debemos dramatizar y dejarlos un poco. Siempre y cuando no sea peligroso como cuando mi hija quiere cruzar sola la calle. En ese caso no cedo. Cojidas de la mano las dos miramos si vienen coches, si no vienen, le explico que no hay peligro y puede cruzar, sola sin mi mano.
Pero hay otros momentos como que esa mañana que tenemos prisa y no quiere coleta. Pues vale, que vaya sin coleta. No pasa nada.
O quiere ponerse esa camiseta de invierno en pleno verano. Bueno, la que se va a asfixiar es ella, no? Ya se dará cuenta y acabará quitándosela.
Se, por experiencia, cuan difícil puede ser todo. Y yo misma intento estar en plan “hippy” y dejarla un poco. Pero no siempre lo consigo.
Lloran y se enfadan por todo. Una y otra vez. Menguando nuestra ya de por si sufrida y escasa paciencia. Y a veces no empatizamos con su malestar. Porque es tan fácil como intentar ponerlos en su lugar y entender porque se han enfadado o porque lloran como si no hubiera un mañana.
Y después está su palabra mágica, NO. No a todo. No quiero comer eso, no quiero vestirme, no quiero bañarme, no quiero recojer… que hacemos?? Podemos intentar darle la vuelta, un poco de psicologia inversa. Invetarnos un cuento, hacer que vestirse sea lo más divertido del mundo mundial, por ejemplo.
Lo se, la teorica es cojonuda. Lo realmente complicado es la practica.
Pero podemos intentarlo. Con un poco de empatía, de cariño, y de paciencia, podremos capear algunas de sus tormentas.
Habrá otras que nos será imposible. Bueno, dejemos que lloren, que saquen la rabia y el enfado que llevan dentro. No es dejar llorar a un niño, es dejar que sus sentimientos y emociones salgan y fluyan.
Es un trabajo duro para los padres. Pero intentémoslo! Valdrá la pena.
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