Para mi, tener una hermana es tener un tesoro.
Recuerdo perfectamente el día que nació. Yo tenía cinco años. Al levantarme por la mañana vi a mis abuelos en casa, y mis padres no estaban. Recuerdo que mi abuela me dijo que mi hermanita había nacido ya. En ese momento mi vida cambió para siempre.
De estar sola, pasé a compartir espacio con esa niña pequeña que se pasaba el día llorando. De esa época tengo pocos recuerdos, sólo que nos pusieron en habitaciones separadas para que yo pudiera dormir.
La peque de la casa era destructora con mis muñecas, a las que les cortaba el pelo, les mordía los pies, les rompía la ropa, los accesorios. Para mi, era desesperante.
Cuando ella creció un poco más, recuerdo que las peleas entre nosotras eran contantes, las dos somos mujeres de carácter fuerte.
Pero a mi me encantaba tener una hermana pequeña, y a pesar de las muñecas rotas, y de las peleas, también jugábamos mucho.
Si me paro a pensar, tengo miles de recuerdos juntas, buenos momentos que hemos pasado. En la playa de vacaciones con nuestros padres, por las noches contándonos nuestras cosas, yo defendiéndola en el colegio de la matona de turno. Nos encantaba juntar las camas y jugar a que íbamos por el mar en una barca. O pasarnos horas en el agua de la playa jugando a sirenas, hasta tener los dedos arrugados.
Nos peleábamos por ocupar más sitio en el asiento de atrás del coche en los viajes largos, de noche, queriendo dormirnos.
Ya de adultas, viviendo cada una con su pareja, hemos vivido muy buenos momentos. Y malos, que también los ha habido. En los que nos hemos apoyado mutuamente.
Hubo un tiempo en que la sentí lejos, más cercana a su familia política que a mi, pero la vida da muchas vueltas, y ella ha vuelto a mi.
Hemos vivido juntas nuestros embarazos, mis abortos, ella siempre al pie del cañón, dándome fuerza para que no me viniera abajo.
Hemos pasado por la muerte repentina de nuestro padre, en esos momentos ella cogió las riendas y se posicionó como hermana mayor, estando yo embarazada. Se hizo la fuerte para tirar de mi madre y de mi, y soportó con valentía esos malos momentos.
Ahora es ella la que ha pasado por un bache en su camino, y me ha tocado a mi estar allí junto a ella. Ha salido adelante con fuerza y valentía, y me siento muy orgullosa de ella, de todo lo que está consiguiendo.
Se que aún nos quedan muchas cosas por vivir juntas, muchos momentos por compartir, muchas risas, y seguramente alguna lágrima. Pero juntas, que es lo importante.
Sin mi hermana mi vida no habría sido igual. Por eso he luchado tanto para que mi hija pudiera tener un hermanito.
Tenernos la una a la otra es un auténtico regalo, y me siento muy afortunada por ello.
Por eso, el post de hoy va dedicado a ella, y por eso la foto que acompaña al escrito, esta vez no es de la red, sino que es una foto nuestra. Porque te quiero hermanita.
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