Cuando me quedé embarazada de mi hija mayor, sentía una necesidad imperiosa de compartir todas mis dudas, mis miedos, todo lo que estaba viviendo, con otras chicas que estuvieran en la misma situación que yo. Y buscando por la red me encontré con el foro de una revista de bebés, en el que había un sub foro llamado “Miedo escénico al embarazo y al parto”. Ostras, cuando leí el título me dije a mi misma, este es mi sitio.
Entré, me presenté, y en seguida empecé a sentirme a gusto. Todas teníamos más o menos las mismas dudas, las mismas inquietudes, y los mismos miedos.

Pero el miedo más generalizado era al parto.
Era algo que a todas nos preocupaba. Supongo que es el miedo normal del ser humano a un dolor desconocido. Porque además, siempre te encuentras con gente amabilísima que se encarga de meterte más miedo aún contándote su dolorosísimo parto, el de su vecina, o el de su amiga, las cuales murieron de dolor y sufrieron partos larguísimos.
Así que en ese foro me encontraba súper a gusto, hablábamos casi todos los días. Y las semanas iban pasando.
Un día, estando de unos cinco meses de embarazo ya, pasado el primer susto, la amniocentesis, etc, me encuentro de golpe que me da un ataque de pánico. ´Me miré mi prominente barriga y pensé que “eso” tenía que salir. Obvio Yolanda… Y me dieron ganas de llorar pensando en que quién me mandaba a mi meterme en ese berenjenal. De verdad os digo que me sentía incapaz de dar a luz a mi hija. Me aterraba el no poder soportar el dolor, el que me diera un ataque de ansiedad en el momento de parir, mil pensamientos negativos se apoderaron de mi, y sufrí mucho esos días.
Al poco me tocó revisión con la ginecóloga, y le plantee muy seriamente que me programara una cesárea, porque yo me veía incapaz de parir a mi hija. Se lo dije muy convencida. Y la mujer me miró como si estuviera loca, yo, claro. Entonces empezó a explicarme lo que era una cesárea, sus riesgos, la lenta recuperación…
Salí de allí completamente desmotivada, triste y sintiéndome un desastre por tener estos pensamientos.
Al cabo de pocos días de mi charla con la ginecóloga me fui a la peluquería. Una buena mujer de esas que abundan por el mundo me preguntó que de cuanto estaba, le dije que de casi seis meses. Puso cara de horrorizada soltándome que menudo barrigón tenía. Y sin darme tiempo a reaccionar empezó a contarme su traumático parto de un niño de casi cinco kilos. Mi cara era un poema, me puse pálida, y casi me mareo.
Con toda esta maravillosa información en mi poder, mi pánico al parto sólo iba en aumento.
Así que sólo me quedaba ir al curso de preparación al parto. Y la verdad es que me fue genial. Esa maravillosa comadrona nos infundo confianza y seguridad en nosotras mismas. Nos hizo ver que el cuerpo de la mujer está preparado para parir a los hijos. Que la naturaleza es muy sabia, y nos ha dotado a las mujeres de una fuerza especial, apta para soportar dolores de parto y mucho más.
Las semanas pasaban y el gran día se acercaba rápidamente.
La noche en que me puse de parto, me sorprendí a mi misma, mucho. Al levantarme y ver que había roto aguas, una paz me invadió por completo. La felicidad de que por fin había llegado el día. De verdad, en todo momento me sentí tranquila, en armonía con mi cuerpo. Sabía que sería capaz de todo. Que mi cuerpo se había puesto en marcha y la maravilla de la naturaleza haría el resto. Si me dolió? Si, por supuesto. Claro que duele. Pero es un dolor soportable, porque no es sostenido, viene y va.
Y el parto de mi hija, que tanto miedo me daba, simplemente fluyó, y se convirtió en una de las experiencias más maravillosas de mi vida, porque confíe en mi hija, en mi y en mi cuerpo. La naturaleza de la mujer es algo maravilloso. No hay que tener miedo.
Kommentare