Una de las cosas que más deseo para mis hijas es que sean felices. Y que sufran lo mínimo.
Y nuestro papel como padres es súper importante para ayudarlos a crecer y ser felices.
Igual que con el resto de emociones, no podemos enseñarles aquello que no sabemos, así que lo primero, y más importante, es que nosotros mismos lo seamos.
Ya sabemos que en la vida hay momentos mejores y peores, pero la actitud con la que nos enfrentemos a ella debe ser positiva, siempre.
Lo primero que debemos tener es actitud optimista hacia nosotros mismos, y en eso es clave la autoestima, que se basa en nuestras propias experiencias, valores, creencias, percepciones, pensamientos… Básicamente se resume en lo que creemos que somos.
Todas estas creencias se forman en nuestro núcleo familiar, y cuando mayor impacto tienen en la mente de nuestros hijos es entre los 0 y los 6 años.
Desde bebés los niños se van formando una imagen de si mismos gracias a los mensajes que nosotros como padres les vamos mandando.
Si a un niño le estamos diciendo contantemente lo mal que lo hace todo, se lo creerá, y no confiará en sus posibilidades de hacer alguna cosa bien.
Por eso nuestros hijos crean la imagen de si mismos a partir de la relación que tenemos con ellos.
En la etapa de su desarrollo necesitan que sus necesidades y deseos sean atendidos. Y qque seamos extremadamente cuidadosos con los mensajes que les lanzamos.
Y aquí está el secreto, nuestro hijo será feliz si tiene una buena autoestima.
He estado leyendo y he encontrado estos siete puntos súper importantes para ayudarles en el camino hacía una autoestima exitosa.
– Lo ayudaremos sólo cuando nos pida ayuda, así mejora su autonomía y se vuelven personas fuertes y seguras. Si siempre estamos allí pendientes y le ayudamos aunque no nos lo haya pedido, le convertimos en un niño inseguro y dependiente.
– No corregir ni criticar. Y si tiene iniciativas, agradecérselo siempre, aun cuando no lo necesitemos.
Ellos quieren ayudar, ser útiles, portarse bien, y que los papás estemos contentos.
Si se hace la cama, aún cuando la deje toda arrugada, valoraremos su iniciativa. ya mejorará.
Con los deberes, lo mismo. debemos respetar su aprendizaje en todos los aspectos de su vida.
– Olvidémonos un poco de la palabra NO. Mejor ofrecerle un SI con una alternativa u opción diferente. En vez de decirle no grites, es mejor decir, baja el tono de voz.
– Dejémosles ser autónomos y que puedan tomar pequeñas decisiones. Esto les hace más responsables y tener mayor confianza en sí mismos.
– Es importante valorar los conocimientos de nuestros hijos y participar en sus ganas de saber más, de forma divertida.
– Tratemos a nuestros hijos de igual a igual. Teniendo en cuenta sus deseos y necesidades. Y pensando siempre que su experiencia en esta vida es menor que la nuestra. Son personas y merecen nuestro respeto más absoluto.
– Cuando nos reclame ayuda, debemos acudir lo antes que podamos y siempre de buena gana. No podemos ir con cara de fastidio a atenderle porque pensará que nos está molestando y que lo que él necesita no es importante para nosotros.
En resumen, tratemos a nuestros hijos como nos gustaría ser tratados a nosotros, y como nos gustaría que cualquier otra persona les tratara a ellos.
Cuando dudemos, podemos preguntaros como actuaríamos en esa situación si se tratase de un adulto al que respetamos.
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