Hoy quiero hablar de mi confinamiento en pareja.
En nuestro caso, yo he salido a trabajar cada día de lunes a viernes, mientras que él, se quedaba en casa con nuestras hijas.
Nuestra realidad ha ido en paralelo en muchos aspectos, pero en otros lo hemos vivido de forma distinta.
Yo salgo a trabajar. Y salgo con miedo. Porque siento que me estoy exponiendo al virus. El miedo no es por mi, es por mis hijas. Y eso me crea un sentimiento se culpa que me pesa mucho.
Él por su parte lo vive desde la perspectiva de que se ha pasado un mes encerrado en casa con las niñas, sin trabajar, sin poder hacer deporte, encargándose de todo, la casa, la cocina, las niñas, y todo sin poder usar su válvula de escape que es el deporte.
Su tensión es una. La mía es otra.
Pero si las juntamos cuando llego a casa, reconozco que han habido momentos de choque, difíciles. Porque en ocasiones estamos tan ofuscados en nuestra mierda que no somos capaces de empatizar con la mierda del otro, por mucho que lo intentemos.
Estos días ha habido momentos en los que no he sabido gestionar mi ira, mi frustración, mi miedo. Y entiendo que a él le ha pasado lo mismo.
Y es jodido porque mientras estaba en la oficina solo deseaba llegar a casa para estar con ellos, y no siempre me encontraba el recibimiento que yo esperaba y necesitaba.
Pero claro, no puedo culparlos
Su día a día ha sido como el puñetero día de la marmota, cada día la misma historia, sin alicientes, y encima bombardeados a noticias que te quitan las ganas de todo.
En estas situaciones tan convulsas a veces, y hablo por nuestra experiencia, nos ha costado encontrar ese punto en el que volvemos a ser nosotros, una pareja. Nos ha costado quitarnos las tensiones de encima. Empatizar con el otro. He sentido en muchos momentos que no íbamos a la par, y eso me jodia y mucho.
Porque lo que yo en realidad necesitaba era refugiarme en sus brazos, y es curioso que en vez de buscar el abrazo o propiciar ese acercamiento, lo que hacia era todo lo contrario. Porque me sentía triste, enfadada, cansada, frustrada…
Se que para él también ha sido muy difícil en algunos momentos. Y que le ha costado encontrar el optimismo en su rutina obligada. Eso no significa que no haya disfrutado de los momentos con las niñas, de la cocina que se le da francamente te bien, de los ratos tumbados al sol por la tarde..
Pero cuando te levantas pensado “otro días más igual que ayer, que antes de ayer” Pues cuesta ver la luz al final del túnel.
Creo que es bueno aceptar que todo esto nos ha afectado, darnos cuenta de todas las fases por las que pasamos, de todos los estados de ánimo que sufrimos a lo largo del día. Entender nuestros sentimientos y los de nuestra pareja. Aunque a veces cueste.
Es muy importante encontrar ese momento para los dos, meternos en una burbuja y olvidarnos por un rato de todo lo malo que hay ahí fuera.
Tener ese momento que nos permita acercarnos en cuerpo y alma. Ese momento que nos cure un poco las heridas, que nos reconforte. Que nos haga recordar porque estamos aquí y ahora el uno con el otro.
Esta pandemia pondrá a prueba a muchas familias, muchas parejas se resquebrajarán y otras muchas saldrán reforzadas.
Pongamos todos un poquito de nuestra parte, y hagamos que todo sea un poco más fácil, más llevadero, más sano.