Nunca antes de ser mamá había oido esta palabra, puerperio.
Se hablaba de post parto, de cuarentena, pero son palabras que no me gustan nada, las encuentro frías, sin emociones.
Para hablaros del peuerperio os traigo un escrito de una compañera de formación de “Acompañar la Maternidad”, Lédif Torres, que habla de ello en SOY UN CEREZO.

“El puerperio es la etapa que vive la mujer inmediatamente después del parto. Podría referirse a periodo postnatal, pero cuando hablamos de puerperio nos referimos más a los aspectos emocionales que a los físicos.
Suele confundirse con algo llamado cuarentena y aquí es donde viene la confusión. En nuestra cultura hemos crecido escuchando que cuando nace un bebé, su madre estará “lista” y volverá a la “normalidad” dentro de 40 días.
Escribo estas palabras entre comillas porque son mitos y voy a intentar desmontarlos de una forma sencilla.
El puerperio NO dura 40 días. Ese número es absolutamente egoísta para las mujeres. Es verdad que nos ponemos de pie y seguimos con la vida, pero ahora seremos puérperas por lo menos durante dos años.
Que significa “estar listas”? Quién inventó eso? Pues lo de los 40 días es porque se supone que el día 41 estamos listas para volver a la actividad sexual y aquí caemos en otro error. Aunque eso sea una recomendación médica es importante reconocer que cada mujer, cada cuerpo y cada pareja funciona de manera diferente dependiendo de la situación que esté viviendo. Así que pretender meternos a todas en un mismo saco, es un completo disparate.
Estar listas para volver a la “normalidad”. Cuál normalidad? Es hora de quitar esta máscara: cuando una mujer se convierte en madre, así sea el hijo número 20, la vida le cambia para siempre. No hay “normal”. Eso no existe. Así que no nos engañemos más.
En conclusión: cada vez que una mujer da a luz se convierte en puérpera y entra en un proceso de transformación tan grande que puede durar por lo menos dos años. Y una vez que eso haya sucedido, nada volverá a ser como antes.”
Es en este proceso de cambio profundo que estamos sintiendo, tras el nacimiento de nuestro bebé, que la oxitocina , la hormona del amor, nos invade por completo.
Una mujer puérpera se encuentra con una mezcla explosiva de sentimientos encontrados de felicidad, miedos, cansancio, dudas, etc.
Por eso hay una serie de pautas que podemos seguir para que la adaptación a este cambio y a nuestro bebé sea lo más feliz y tranquila posible.
Lo primero que hay que hacer es confiar en una misma, en nuestro maravilloso instinto, en dejarse llevar por ese amor abrumador. Entregarnos al vínculo con nuestro bebé. A nuestro nuevo rol de mamá, dando amor, alimento, seguridad a nuestro pequeño. Confiar en nuestra capacidad de hacerlo bien.
Hay que entender que en esos momentos tenemos que priorizar, y el bebé y una misma somos lo primero. Lo más importante. Hay que ser egoísta y tener el espacio intimo y necesario para estar los dos solos, o con papá. Y limitar las visitas y el tiempo que duren. Y dejar en segundo plano la casa, si hoy no se quita el polvo, se quita mañana.
Pero si no se quita mañana, tampoco pasa nada. Quizás ha llegado el momento de pedir ayuda. Quizás queremos hacerlo todo solas, pero no podemos, ni tenemos porque hacerlo solas. Saber delegar y saber pedir ayuda es muy importante.
El descanso es vital. Se que es difícil a veces, pero es importante aprovechar que nuestro bebé duerme para descansar nosotras.
Busca tu tribu. Es súper importante. No te sientas sola, busca apoyo. Grupos de madres, grupos de lactancia, una doula, lo que sea que te haga sentir cómoda y arropada.
Cree en ti y en tu leche. Si es lo que deseas, da el pecho a tu hijo. Si te cuesta, lo mismo que te he dicho antes, busca ayuda en tu tribu. Dar el pecho es beneficioso tanto para el bebé como para la madre ya que nos aporta equilibrio emocional.
Siéntete libre de hacer con tu bebé lo que tu instinto te marque, no lo que esté preestablecido ni lo que te digan los demás. Sólo tu sabes lo que tu bebé necesita. Cógelo en brazos todo lo que te apetezca y todo lo que él necesite, haz lo que te dicte el corazón. Y no escuches a nadie.
Y recuerda pedir ayuda cuando necesites ocuparte de ti, no te olvides de ti, si tu estás bien tu bebé también lo estará.
Los primeros días pueden no ser fáciles, daros tiempo para adaptaros el uno al otro, confía en tu bebé que te dará las señales de lo que necesita y confía en tu maravilloso instinto maternal, no falla.
Un último apunte pero no menos importante. Estate atenta a las señales que te manda tu cuerpo, hay un monstruo que acecha, la temida depresión post parto. Si ves que pasan los días y no eres capaz de sentirte feliz y conectada con tu bebé, si lloras y ves que las hormonas te están llevando al lado oscuro, pide ayuda, no pasa nada malo, es algo habitual. Con ayuda, muy pronto verás la luz.
Disfruta cada momento intensamente, acepta los cambios, déjate llevar.
Goza de un puerperio feliz.
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