SIN LATIDO

Hace una semana se emitió un reportage llamado Sin Latido, que habla sobre el duelo gestacional y perinatal. Y no ha sido hasta hoy, que me he visto con fuerzas para sentarme a verlo. Sabía que me removería por dentro y necesitaba encontrar el momento oportuno para poderlo ver.

Es sumamente importante dar visibilidad a este tema que desde siempre ha sid un tabú. Ha sido un duelo siempre vivido en silencio y en soledad.

La gente de alrededor tiene prisa en que pases ese duelo ya que no tienen herramientas a su alcance que puedan ayudarte a minimizar tu dolor, y quitándole importancia es como decir que practicamente no existió.

Pero fue, fue mi bebé. En mi caso, fueron mis bebes.

Mis heridas están cerradas pero no curadas. Tengo dos hijas maravillosas que se merecen aparecer aquí porque sin ellas yo no habrí soportado el dolor. Ellas han iluminado mis días aún cuando las tinieblas se empeñan en aparecer.

Ver el reportage me ha resultado duro y muy doloroso. Ya no solo por mi experiencia, sino porque, como madre, puedo sentir el dolor de esas mujeres que se volvieron a casa con los brazos vacíos y el alma hecha añicos.

En cuatro ocasiones desposité todas mis ilusiones en esas dos rallitas rosas del test de embarazo. Y en las cuatro, desde ese primer momento empecé a conectar de forma física y emocional con mi bebé. Porque aunque haya quién se empeñe en decie que no eran nada, para mi fueron mis bebés. Se marcaharon sin llegar a ver la luz, todos cuatro antes de la semana doce de gestación. Se marcharon dejándome un vacío inmenso. Una sensación de pérdida, de culpa, de impotencia, de frustración, de rabia… una sensación que me partía el alma.

Y la gente de mi alrededor le quitaba importancia, total, no estaba ni de doce semanas, ya tengo una hija, soy joven, seguro que venía mal, y bla bla bla…

Y en ese momento tu necesitas que la gente esté, simplemente. Esté presente. No hacen falta palabras si no saben que decir. Necesitas que la gente le de valor a lo que tu acabas de perder, a tu hijo.

Viendo el reportage me he dado cuenta de que al ser en el primer trimestre de la gestación, ni pude verles, ni tenerlos en mis brazos, no tengo nada de ellos, nada que “demuestre” que existieron, que estuvieron conmigo, que aunque no pudo ser, fueron.

Por eso, como he contado en otras ocasiones, me tatué cuatro estrellas en la cadera, justo en medio de la enredadera de flores del almendro, para llevarlos siempre ahí, junto a mi, en mi piel.

No quiero olvidarles, y no quiero dejar de sentir su ausencia. Su recuerdo formará parte de mi, siempre. No me voy a esconder, si a alguien le incomoda mi duelo, que se aparte de mi camino.

Mis hijos que no vieron la luz, me removieron interiormente de tal manera que mi vida empezó a dar un giro que jamás hubiera imaginado. Y puedo decir que a día de hoy soy Doula en parte gracias a ellos. A lo que sentí y viví, a la huella que dejaron en mi, a los sentimientos que hicieron brotar en mi corazón tras su marcha.

A pesar de todo lo que me remueve este tema, no quiero que ninguna mujer, ni ninguna familia se sienta sola y perdida en estos duros golpes que nos da la vida, cuando concebimos una vida y nos encontramos con una muerte. Eso conlleva un duelo muy doloroso que se debe vivir y acompañar de forma amorosa y paciente. Es por eso que cree el Grupo de Apoyo al Duelo Gestacional, para ayudarnos y apoyarnos mutuamente, porque el duelo compartido aunque duele es más llevadero. Es importante sentir que la gente de tu alrededor comprende tu dolor y lo respeta.

Aunque yo he intentado pasar página y centrarme en mis dos hijas, no puedo quedarme impasible al dolor ajeno sabiendo lo que sienten porque yo he pasado por ello, por eso tengo la necesidad de acompañar a esas mujeres y familias en su duelo. Empatizar con su dolor, y poder ayudarles en algo, alivia el mío.

Ahora mismo siento que mis cuatro hijos que no vieron la luz, estuvieron en mi por algo. Y ese algo era mostrarme el maravilloso camino que he emprendido como Doula.

Cuando alguien de vuestro entorno pierda a su bebé, recordad lo importante que es entender y respetar su dolor. No hacen falta palabras, se lo difícil que es encontrar las adecuadas, tan solo estar presente, dar un abrazo sincero, mirarle a los ojos para empatizar con su dolor, que no se sientan solos. El resto del camino, del duelo, es un camino que deben transitar ellos, a su ritmo y con las herramientas que necesiten.

Sin duda el reportaje ha sido maravilloso en el sentido de dar visibilidad e importancia a este tipo de duelo tan silencioso y solitario.

A darle importancia al trabajo tan maravilloso que hacen muchos profesionales de las maternidades.

En mi caso, de los cuatro abortos, de todas las pruebas a las que nos sometieron, de un embarazo llevado como de riesgo de principio a fin, de los dos partos, solo puedo tener palabras de agradecimiento hacia todo el personal que llegó a atenderme. Hace falta mucha empatía, mucho amor por su trabajo, mucha humanidad, para decirle a esa mujer embarazada las palabras más fulminantes que jamás quisiera escuchar: no hay latido. Como dicen en el reportaje, estos profesionales deben estar preparados para poder atender las necesidades de esa mujer y su familia, sobretodo a nivel emocional. En mi caso me sentí apoyada, sentí que comprendían mi dolor, y me reconfortaban en todos los pasos que fuimos dando hasta que por fin di a luz a mi segunda hija.

Si estás pasando por un momento así de duro, no estás sola. Puedo ayudarte. Te ofrezco mi ayuda y mi acompañamiento, porque tu dolor ha sido mi dolor.

Si me necesitas puedes ponerte en contacto conmigo por mei

mamatribudoula@gmail.com

Por Todos Nuestros Bebés de Luz