Soy una mamá que llora porque la vida no siempre se lo ha puesto fácil.
Que siente que hay piedras en el camino que siguen doliendo.
Que no siempre llega donde se propone.
Que a veces siente que su mundo yace sobre arenas movedizas.
Una mamá que llora por no saber aceptar que hay ausencias que son para siempre.
Que hay dolores difíciles de mitigar y curar.
Una mamá que llora de frustración cuando la situación la desborda.
Que se siente mal consigo misma cuando no logra el autocontrol y grita.
Una mamá que llora porque es humana y en ocasiones se derrumba.

Una mamá que a pesar de todo, ríe, feliz.
Que ríe cuando contempla el camino avanzado.
Que mira llena de amor a sus dos hijas.
Que ríe, orgullosa, cuando las ve jugar juntas.
Cuando se buscan la una a la otra.
Que ríe cuando tiene a la gente que quiere cerca.
Cuando los que están lejos, los siente tan cercanos.
Una mamá que ríe porque está viva.
Por gozar cada día de algo nuevo y maravilloso.
Una mamá que, a pesar de las dificultades, ríe. Y ríe FELIZ.
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